Publicado 8 noviembre 2024

Gamer vs. Player: Autenticidad e Idealidad en el Mundo Digital

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Jugar es maravilloso. Permite la construcción de conocimiento mediante el aprendizaje. La exploración de nuevos escenarios que ponen a prueba nuestros sentidos y nos invitan a competir en búsqueda de trofeos virtuales. En el vasto y complejo mundo de los videojuegos, los términos gamer y player suelen emplearse de manera intercambiable, como si refirieran únicamente […]

Lic Federico
Lic Federico Toledo
8 noviembre 2024

Jugar es maravilloso. Permite la construcción de conocimiento mediante el aprendizaje. La exploración de nuevos escenarios que ponen a prueba nuestros sentidos y nos invitan a competir en búsqueda de trofeos virtuales.

En el vasto y complejo mundo de los videojuegos, los términos gamer y player suelen emplearse de manera intercambiable, como si refirieran únicamente a la acción de jugar.

Sin embargo, al profundizar en estos conceptos, se revela una diferencia significativa que trasciende la actividad recreativa y expone una construcción de identidad. Los invito a que juntos exploremos estos conceptos, haciendo de ello un espacio compartido incluso por los amantes de los juegos de mesa.

La Idealidad del “Player”

La figura del “player” representa una construcción idealizada de la identidad. En este rol, el jugador tiene la libertad de proyectarse en un espacio que no requiere validación externa, lo que le permite desarrollar una imagen personal menos condicionada por influencias sociales. Desde esta perspectiva, el “player” construye su identidad a través de la introspección y la autoimagen, en un espacio donde puede jugar sin temor al juicio externo.

El coste de la excelencia de Tom Peters, se refiere a esa idealidad como costosa, ya que nos impone una vara ajena, un estándar que, aunque inspirador, limita nuestra propia autenticidad al subordinar nuestro sentido de éxito a la aprobación de los otros. Este pensamiento ilumina la vida del “player”, quien evita estos estándares externos y encuentra en el juego un espacio para explorar su propia identidad sin la presión de alcanzar ideales impuestos.

La Autenticidad del “Gamer”

En contraste, el “gamer” encuentra su autenticidad en el reconocimiento social de su entorno. La interacción constante y la colaboración en juegos multijugador desafían la idealidad, exponiendo al jugador a las expectativas y demandas de los demás. Este entorno lo obliga a negociar entre la imagen que proyecta y su identidad interna. La autenticidad surge entonces de la capacidad de mantenerse fiel a sí mismo mientras colabora y se adapta a las expectativas grupales.

Este proceso de interacción con el entorno y el crecimiento a través de la autenticidad es un punto central en Del tener al ser de Erich Fromm. Fromm describe la diferencia entre “tener” una identidad impuesta y “ser” una identidad construida auténticamente. Alude a la liberación del individuo al romper las ataduras de una identidad basada en lo externo para construir una a partir de sus propios valores y de su interacción con el mundo:
“La verdadera identidad emerge cuando dejamos de perseguir lo que debemos tener y empezamos a descubrir lo que podemos ser. En esta transición, el ser humano abandona la máscara para transformarse en esencia.”
La vida del “gamer” encarna esta transición, pues, a través de la interacción y el desafío social, se somete a la vulnerabilidad y permite que su identidad evolucione y se enriquezca.

Un Equilibrio Vital: La Integración de Gamer y Player

La relación entre “gamer” y “player” se convierte así en una metáfora de la construcción de nuestra identidad en la vida cotidiana. Ambos roles representan polos opuestos que, integrados, permiten alcanzar una vida plena y significativa. La idealidad que proporciona el “player” es una necesidad inherente; todos necesitamos un espacio en el que podamos soñar y construir un yo libre de presiones externas. Sin embargo, esta idealidad resulta incompleta si no se complementa con la autenticidad lograda como “gamers” a través de nuestros vínculos sociales. Solo mediante la interacción con otros, exponiéndonos y recibiendo retroalimentación, podemos transformar esa versión ideal en algo auténtico.

Vivir como un “gamer” implica abrirse a la vulnerabilidad, aceptando que nuestra identidad puede transformarse y enriquecerse mediante el contacto con los demás. La autenticidad, en este contexto, no solo implica ser fiel a uno mismo, sino también permitir que la identidad evolucione a través de la interacción social. En cambio, vivir únicamente como un “player” podría conducir a un aislamiento idealista, donde la identidad se torna rígida y desvinculada de la realidad.

Por lo tanto, el desafío consiste en integrar ambas facetas en nuestra vida diaria. La autenticidad y la idealidad no son opuestas; son fuerzas complementarias que dan sentido a nuestra identidad en un mundo que exige tanto adaptabilidad como coherencia. La figura del “gamer” y el “player” nos enseña que es posible navegar entre estos extremos: entre el yo que busca perfección en la intimidad y el yo que se fortalece en la conexión con los demás.

En este equilibrio, entre la exploración solitaria y la interacción compartida, descubrimos una identidad en constante construcción. La convivencia de estos dos polos —el ideal y el auténtico— nos permite vivir una identidad plena, que se redefine mediante la aceptación de lo que somos y la proyección de lo que aspiramos a ser. Es en esta integración, entre soñar y conectarnos, entre imaginar y exponernos, donde reside la verdadera riqueza de nuestra identidad, en un mundo que, paradójicamente, nos exige ser tanto creadores como exploradores de nosotros mismos.